Monday, March 9, 2015

Station Centraal Amsterdam



Son casi las 8 de la noche, la temperatura abajo de los 5 grados, pero con un aire que hace parecer que estamos bajo cero.  Ha sido un día pesado, despertando gustoso desde las 6 de la mañana para saber de ella, yo ya en viernes, ella apenas cerrando su jueves, mucha información en el transcurso del día, metas, objetivos, planes, proyectos... y por fin casi después de las 4 de la tarde, tengo la tarde libre para caminar entre canales, puentes, edificios milenarios, donde el viernes se siente en el aire, donde la noche va llegando a Amsterdam con su tono de rebeldía, a la ciudad donde todo esta permitido.

Después de caminar por casi 4 horas, de hacer algunas fotos, no tantas como quisiera, con la esperanza de que algunas puedan reflejar algo de lo hermoso paisaje del cual fui testigo, llego a la estación central en busca de calor, un chocolate caliente hará la magia?

Me puedo dar unos minutos, para ver como la gente pasa y camina y no se detiene, en busca de la salida, de su anden, de su prisa, así son las estaciones centrales, siempre en movimiento, y así ha sido mi vida estos últimos meses, curioso es que un chocolate en Amsterdam me de ese momento para detenerme y poder mirar como mi vida ha cambiado radicalmente en los últimos meses.

Tener a mi hija viviendo conmigo después de 10 años viviendo solo, cambio de casa, a mi propia casa, donde ya el sentimiento de que estoy de paso desaparece, donde por primera vez en muchos años siento que tengo un hogar y no un lugar temporal, y todo esto, con alguien que camina junto a mí, haciéndome sentir acompañado, sin importar los muchos kilómetros que hoy nos separan.

Me siento contento, profundamente contento, y no es que las cosas se miren sencillas, no es que los retos disminuyan, no es que estos últimos meses no haya traído también consigo tragedia, pero hoy mas que nunca se que vivo al día, en mi aquí y mi ahora, que dejo fluir y acepto, se que esta vida no es de merecimientos, que es caprichosa, y que las cosas llegan y se van, así, como este chocolate caliente, como la gente en esta estación, como la tarde en Amsterdam, como este viaje relámpago.

Hora de seguir caminando, de volver a los canales y las calles, a los edificios y a la noche, mañana me espera un día de 31 horas, de mucho aeropuerto y más vuelo, y con la alegría de regresar a mi hogar,  hoy si tengo uno.