Wednesday, June 19, 2019

Sentimentario



I. Sentimiento de Vergüenza.

Y sentimiento de ridículo donde se manifiesta?
Donde la vergüenza?

Me veo y siento el pecho oprimido, podría pensar que me cuesta respirar, pero no, lo que cuesta de verdad es continuar.

Respiro profundo y si, y veo como va entrando el aire a mis pulmones, y como sigue entrando, y entrando, y entrando… son estos un mar sin fin que nunca se llena, no hay aire capaz de ocupar este vacío.

Tal vez hubiera sido mejor callar, cerrar el corazón y voltear para otro lado. Evitar le  la pena de que en su amabilidad acostumbrada, de manera amable, me mandara a la chingada. Evitar me la pena, de que con mi amabilidad acostumbrada, sonreír y agradecer la puñalada.

Cubro mi boca con mi mano y el aire que exhalo, lento y tibio, se va revolviendo con el aire fresco del ambiente, ¿porque no pudimos tú y yo revolver nos  y revolver nuestros aires?

Lo que queda es este sentimiento de ridículo, que es tan ridículo, que ni sentimiento es.


II. Sentimiento de Precaución.

No es miedo, es precaución, me digo a mi mismo cuando decido no volverte a llamar para acordar un día y una hora.

Y es que el solo pensar que pongas otro pretexto hace que mi estómago se contraiga,  empiezo a sentir náuseas, me cuesta respirar, otra vez el fantasma de no ser suficiente me murmura al oído, recordando me que siempre ha sido así y así seguirá siendo, quiero vomitar, expulsar de mí esta inseguridad que me esta torturando.

Fuimos claros, que el interés era mutuo, que nos íbamos a dar la oportunidad de conocernos, y sin embargo, pasan los días y llegan los pretextos, esto ya lo he vivido, ya lo he padecido, y por más que me engaño pensando que esta vez será diferente, no me queda más que voltear a otro lado, respirar profundo, y decidir no volver a llamarte,  pero que quede  claro que no es miedo, es pura precaución.


III. Sentimiento de Indignación.

Y entonces, escucho como me hablas con palabras de seda, cuando las mías son de fuego, y la sangre se me alborota, se me sube a la cabeza y me nubla los ojos, y nublan mis ideas.

Escucho tu voz amable y comprensiva, que seguro tienen la mejor intención, la de no hacerme daño, incluso te muestras preocupada, y yo que sé, que tu sabes bien los torbellinos, las tormentas, los huracanes que anidan en mi pecho, de las ansiedades que dibujan mis dedos, de los sudores que mezclados con mi indecisión surcando mi espalda, y como todo esto, se sube a mi cabeza y la oprime, hace que mi pulso se altere, y que en mi garganta se geste un grito, fuerte, duro, para decirte, como tu calma me ofende.
 

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