Sudor

En cuanto entre al cuarto me dio el golpe de calor, sentí como de inmediato empecé a sudar, lo más notorio fueron esas gotas de recorrieron mi frente,  que sin darme cuenta se pasearon por mi cara y con esa  maldad  que a veces encontramos en las casualidades, se internaron en mis ojos, haciendo notar su presencia con un ardor que se reflejó de inmediato con lágrimas.

Sentir cómo iban estás recorriendo mi cara y recordarte, hoy lejana, y según yo incolora y sinsabor, pero me equivoco, si tenías sabor, sabor a lágrimas.

El calor es intenso, y empieza a llenar el ambiente un olor a humedad, de esa humedad estancada que llena los lugares poco a poco, y mientras más avanza más desagradable se vuelve, hasta casi hacer imposible mantenerse en el lugar, y al no poder salir, me siento ahogado, el olor es tan penetrante que no puedes hacer otra cosa que ponerle atención, hasta que del techo cae una gota de vapor condensada en agua, y me quema la espalda, ardió al chocar contra mí, y se desvaneció de inmediato, todo fuera como los dolores externos, pasajeros, controlables, no como los dolores del alma, que nos desgarran una y otra vez y todas horas, te fuiste y sigues doliendo, me duelen tus cariños hoy tan lejanos, y tu mirada que siempre me regresaba a la calma, incluso ahora que la recuerdo, sigue teniendo esa magia.

Ya los diez minutos eternos pasaron, por fin abro la puerta y siento la brisa fresca, como alegra mi cuerpo envuelto en sudor, mientras salgo del cuarto de vapor.