Monday, July 15, 2019

Torta de pulpo



-Tengo antojo de una torta de pulpo, de la castellana.

Ella dijo de manera casual, cuando platicaron brevemente por teléfono en la mañana. 

Él sabía que hoy era “el aniversario”, y que las cosas no habían ido de lo mejor los últimos meses. Sin pensarlo dos veces, hizo el cambio de rumbo, había llovido y sabía que el tráfico era un caos, pero si tenía suerte podría llegar por la torta y regresar a tiempo para la cena.

Lo sabía, todo parado, a vuelta de rueda, avanzaba lentamente, faltaban todavía dos horas, sabía que tenía  tiempo de sobra, pero aún así empezó a preocuparse.

Por fin llegó, y al buscar donde dejar el carro recordó que nunca encontraba donde estacionarse.

Tres cuadras más tarde, logró encontrar un lugar, cerró el carro y con prisa corrió y corrió a comprar el dichoso alimento.

Al regresar al carro, empezó a sudar frío, no encontraba las llaves, otra vez, lo mismo. Sí él sabía cómo era, porque no se concentraba!
Respirando profundo y luego rápido, y luego profundo empezó a recorrer los bolsillos frontales del pantalón, los del saco y nada, el tiempo sigue avanzando y el parado. Se tuvo que recargar en el carro para poder sostener el peso de su situación y sintió en el bolsillo trasero, como un bulto se hizo notar.

-Chingados! a quien se le ocurre guardar las llaves allí!

-Creo que si llegaré a tiempo!

Se dijo cuando a solo 10 minutos para la hora pactada ya se podía ver el departamento de ella. Paso frente buscando donde estacionarse, y 3 cuadras después salió del carro apresurado, corriendo, y tomando aire, y corriendo, llegó a las escaleras y empezó a subirlas, tomando aire y corriendo.

Ella lo estaba esperando en la puerta, y al verlo, le dió la espalda.

-¡Tres minutos tarde!  ¡Ves como ya no te importo! ¡Como ya no piensas en mí! Lo bueno es que ya cene, sabía que no ibas a llegar.

-Fui por tu torta de pulpo, amor…

-¡Pulpo! ¡Torta! tu me quieres poner gorda,  ¿Verdad?

Ella se da la vuelta.

El empieza a respirar, cada vez más rápido, cada vez con más dificultad, sintiendo como las mandíbulas se cierran, cada vez más, sintiendo la presión que estas sobre sus dientes, sintiendo un dolor intenso hasta escuchar un “crack”. ¡Su diente! se ha fracturado, él ya sabía que eso podía pasar.
Se nublo la vista, el calor era insoportable, un año aguantando desplantes, un año tratando  y tratando y tratando…
Ya no podía con eso, ya no iba a sonreír y dejar pasar como si nada.

Sin darse cuenta y sin saber cómo, él ya estaba en su carro de regreso a ningún lugar.   
Ella no podía creer, que una torta de pulpo estuviera escurriendo en su  frente, su vestido blanco y su orgullo.

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