Friday, September 27, 2013

Hola Paris!





Es hora de dejar Roma, nos levantamos temprano para irnos al aeropuerto, caminado a Termini, donde salen unos shuttles para el Aeropuerto, nos subimos al autobús, rodados de Coreanos, por lo que Ana pudo deducir de su acento, un viaje de 30 más o menos, para luego buscar el mostrador de "vueling airlines", una línea económica de Iberia, donde atendía una señora de Color, con un mal genio, que no nos pudo ubicar en asientos juntos, y que me regaño por no poner la maleta de  cierta manera... al parecer en las aerolíneas de bajo presupuesto no les alcanza para la calidez.



Ya en el avión nos dimos cuenta que a nadie pudieron acomodar junto con sus acompañantes, así que fue una verdadera feria de intercambios, y entre uno de esos intercambios Ana se sentó junto a mi, lo que la dependienta mal humorada no logro, los pasajeros multinacionales logramos.

París nos recibió con lluvia, y con un acertijo, como llegar al hotel, analizamos los anuncios, encontramos el autobús que nos llevaría a una estación de metro, de donde viajaríamos a la estación que estaba cerca del hotel.

Decidimos bajarnos en  gare de Paris-Montparnasse, Estación de trenes y metro, nos dirigimos hacia el metro, y pronto ya estábamos en el subsuelo. A diferencia del metro en Roma, el de Paris es una red mucha mas grande, y mucho mas limpia, con muchas estaciones adornadas de diferentes temáticas, mucho colorido, y algo de olor a humanidad... 


Me toco subir las múltiples escaleras cargando los mas de 30 kg en maletas divididas en dos, cuando llegamos a la superficie la lluvia ya estaba mucho mas fuerte, Ana se compró un paraguas, yo con mi sombrero y mi chamarra anaranjada, tratamos de ubicarnos para ver hacia donde caminar, una vez ubicados, llegamos al hotel que estaba a menos de una cuadra de distancia. Había seleccionado para París uno "Ibis Style" que resulto muy gratificante, gran diseño, y mucha calidez.
Después del registrarnos, subir los más de 30 kg a la habitación, decidimos continuar con nuestra travesía turística. Tomamos el metro en dirección al Trocadero, para de allí dirigirnos a la torre eiffel.  
Todo iba como lo planeado, menos que la lluvia arreciaba y ahora empezaba a hacer mucho viento, tanto que el paraguas de Ana se volteo, a la primera de cambios.






La Torre nos miraba de frente, escondiendose tímida tras unas nubes bajas... La lluvia arreciaba y decidimos ir a tomar refugio, llegamos a un café donde Ana pidió un chocolate con una crepa de Nutella, yo una sopa de cebolla y una copa de vino, que nos cayo de maravilla poder tomar algo caliente.


Cuando terminamos de comer, el agua había cedido, incluso por momentos se veía asomar el sol, ese mismo sol que en Roma nos quería cocinar, en París se escondía. 


Regresamos a la Torre, y subimos y subimos, junto a nosotros en el elevador vimos unos chilenos que nos llamó la atención, y unos Mexicanos con un lenguaje tan florido, que de inmediato reconocimos su origen.


Ya en el mirador el aire era impresionante, pero no tanto como la vista de un París lleno de humedad. Aproveche para tomarle unas muchas fotos a Ana,  la experiencia Parisina nos llenaba las pupilas.




Bajamos de la torre y seguimos caminando por un lado del rió sena, llegamos caminado hasta la Opera Garnier, edificio que inspiro a  Gaston Leroux cuando escribió su novela, de la cual Ana es fan. Era uno de sus visitas programadas.


En la noche pasamos por un super mercado que estaba cerca del hotel para comprar algo de vivieres, jamón, queso y unos pan de nueces que estaba supremo, cenamos en el cuarto, como Reyes.


Desde la ventana de nuestro cuarto se asomaba La Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre, brillando en con su blancura contra esa noche negra, para recordarnos donde estábamos, en la ciudad Luz.