Thursday, September 19, 2013

Oh Sole mio...

Decidí hacer el viaje sin tomar tours ni guías.  Sin "Tener que", más bien ir armando un plan base un día anterior y estar abierto a lo que cada ciudad nos ofreciera. 
En general nos funcionó muy bien, menos esa vez  después de salir del coliseo, que tomamos una brecha que parecía llevaba a una ruinas.  Un camino de subida por casi unos 900 metros bajo un sol implacable. 
Y al llegar al final del camino,  una capilla que nada tenía.  Fue frustrante, aunque la bajada fue divertida, mas cuando veíamos la cara de sufrimiento de todos los que tuvieron esa misma idea y subían sin saber que no iban a encontrar nada.

Ya de regreso al patio del coliseo, usamos "la regla del turista", ver a donde se dirigían grupo nutrido de turistas de preferencia con un guía, para seleccionar nuestro siguiente destino. 

Así fue como llegamos a la iglesia de Maria la romana, con una nave grande pero sencilla, con un techo impresionante con figuras que sobresalían, y con colores muy brillantes. La sombra que nos ofreció la iglesia y su sencillez fue refrescante.

María la Romana


Continuamos por lo que creo se llamaba el foro Romano. Una serie de construcciones en ruinas, con algunos edificios completos que hablan de lo majestuoso del lugar que estábamos pisando. 
Ana se compro su primer gelato, si recuerdo bien, de fresa con una oblea adornando. 

De repente me sentí caminando por la  calle de madero en la cd de México por la cantidad de artistas callejeros que nos encontramos.




El sol seguía imparable, y ahora empezábamos una fase de deshidratación, y con el doble dilema de si tomas agua tienes que ir al baño, esa paradoxa del cuerpo de tener una sed increíble como increíbles ganas de hacer pipí al mismo tiempo!

Seguimos la caminata hasta el final de la avenida para encontrar un museo medieval a lado del museo del ejercito, empezamos a subir queriendo llegar al museo medieval, y cuando nos dimos cuenta estábamos en el museo del ejercito, Roma seguía burlandose de mi! 

El museo no cobraba la entrada, cosa que fue refrescante, pero tenía escaleras en las escaleras, de esos momentos que piensas que ya tus pies no van a querer dar el siguiente paso. Fue interesante ver la historia italiana desde el punto de vista de sus guerras, sus generales, su participación en la segunda guerra, ver a Garibalidi en cuadros y estatuas, que luego un sobrino suyo iría a México a involucrarse con la gesta independentista y terminaría dando le apellido a la plaza donde los mariachis se rentan.

Sobre le museo existía un gran elevador que nos llevaría a la cima del edificio, y desde donde podríamos contemplar a una Roma romántica, y todo eso bajo el Sol, o Sole mio!


   

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